Carta #03: Lo que he aprendido de los saltos cuánticos y vivir el proceso
Cuando queremos saltarnos todo.
Imagina que estás en un edificio de incontables pisos de altura, unidos entre sí por escaleras.
Si quieres subir de planta baja al tercer piso, debes caminar a las escaleras y empezar a dar los primeros pasos.
Un salto cuántico sería que tú de repente desaparezcas de planta baja, y aparezcas de nuevo en el primer piso, sin moverte, sin dar pasos, solo desapareces y reapareces en otro lugar.
Esto, de acuerdo a la física cuántica es lo que se conoce como un “salto cuántico”, y es algo que hacen los electrones dentro de un átomo, de acuerdo a algunas teorías.
Los electrones “saltan” de un nivel de energía a otro, sin pasar por los niveles intermedios.
En el mundo de las herramientas energéticas y el crecimiento personal, muchas personas hablan de dar saltos cuánticos, para describir un cambio profundo y repentino de la conciencia o realidad de una persona.
Yo esto lo entiendo, y espero que con este ejemplo que te conté, tú también.
Ahora, me pasa algo más con esto…
Personalmente, amo como suena esto de que nosotros podamos dar un salto cuántico.
En mis 30 años de vida, creo que los he tenido. Algunos más rápidos que otros, dependiendo del espectador que lo observe.
Pero creo que es sumamente importante recordar algo:
Tenemos que aprender a vivir el proceso.
Porque la vida misma es el proceso.
Si no viviéramos el proceso, todo pasaría como en la peli “Clic” de Adam Sandler.
Pulsas un botón, desapareces de donde estás viviendo algo que no te gusta, y te lo saltas.
(Ojo, sé que a nivel energético podemos cambiar nuestra energía y ver cambios, son cosas que he aprendido, practicado, y entiendo lo que quieren decir estas personas que lo enseñan)
Al mismo tiempo, me parece que es bueno aterrizar las expectativas.
Me refiero a que, por ejemplo, el hecho de que aprenda una herramienta nueva en terapia para transitar el dolor, no significa que dejaré de sentir el dolor.
Y muuuuchas veces eso es lo que buscamos.
Queremos saltarnos la incomodidad del proceso.
Queremos saltarnos el cansancio de entrenar, y ver resultados en una semana.
Queremos saltarnos el tiempo de cocinar comidas nutritivas, y que nuestro cuerpo esté al 100% en unos días.
Queremos saltarnos el tiempo invertido en aprender algo, y ser excelentes de inmediato.
Queremos saltarnos el dolor de una ruptura, y hacer como que nunca conocimos a esa persona.
Queremos saltarnos el proceso de conocer a una nueva persona, y tener pareja rápido.
Queremos saltarnos el duelo de perder a un ser querido, y recordar solo los tiempos alegres.
Queremos saltarnos las tristezas, y estar felices todo el tiempo.
Como si la vida fuera una línea recta.
Entonces, buscamos formas de apagarnos, para ver si así el tiempo “pasa más rápido”.
Por eso llevamos al extremo el dormir, tomar, comer, ver series, entrenar, etc. Elegimos algo, y lo llevamos más allá de lo sano. Todo para evitar vivir el proceso.
Believe me, I know.
Lo sé porque lo he hecho.
Lo sé porque he intentado dar palabras de aliento a quienes quiero, para que no sientan tristeza.
Lo sé porque he dormido hasta mediodía, para no sentir el dolor de un momento difícil.
Lo sé porque he dado consejos no solicitados, para que alguien se ahorre lo que yo viví.
Lo sé porque he estado ahí… en la incomodidad del proceso.
Con el tiempo entendí que no podemos saltarlo.
Pero, podemos transitarlo con mayor facilidad.
Y facilidad no quiere decir fácil.
Facilidad es fluir ante los desafíos de la vida con ligereza, sin crear más resistencia.
Imagina de nuevo que estás en ese edificio que te contaba al principio de esta carta.
¿Cómo cambiaría el escenario si tuvieras las zapatillas más incómodas para caminar? Te quejarías todo el trayecto, te la pasarías p$t3ando a cada rato, quejándote.
¿Cómo sería si tienes las zapatillas más cómodas y pasaste el último tiempo entrenando para tener más energía?
El proceso en esos dos escenarios cambia por completo.
Sí, podemos dar saltos cuánticos, aprender, tener herramientas, y agilizar etapas.
Pero todo sin dejar de vivir nuestro propio proceso.
Que es único, y diferente al resto. Que no se puede, ni debe comparar. Que será lo que requiera ser para nuestro bien mayor.
Y que, por más que aprendamos millones de cosas, vamos a experimentar el proceso.
Lo que podemos transformar es la duración y la forma en que lo vivimos.
Vive el proceso. Disfrútalo. Llóralo. Quéjate. Grita. Respira. Ríe. Pregunta. Observa. Piensa. Estira. Haz lo que quieras durante él.
Pero sobre todo, hónralo, y mantente presente mientras lo transitas. Por más doloroso que sea.
No trates de evitarlo, fluye con él y abraza lo que trae. Siente las emociones cómodas, y las incómodas. Todas tienen algo que enseñar.
Si estás en algún proceso incómodo en este momento, espero que esto te de un abrazo lleno de mucha compasión y te recuerde que estás en el medio de la tormenta, pero no durará para siempre.
🦋🦋🦋
"Nos deleitamos en la belleza de la mariposa, pero rara vez admitimos los cambios que ha atravesado para lograr esa belleza.”
Maya Angelou
Les comparto mis recomendaciones de “lo que me ha acompañado en el proceso” dentro de la crisálida:
🎬Una Película: La Llamada de la Valentía de Brené Brown
📚Un Libro: Indomable de Glenon Doyle
🎧Una Canción: City on a Hill de Mon RovÎa
🎙Un Podcast: Se Regalan Dudas cualquier epi es increíble
🪄Una Pregunta: ¿Qué incomodidad he vivido en el pasado que me ha contribuido a ser la energía que hoy soy?
Que esta carta sea una invitación a honrar y vivir tu proceso.
Me encantó, justo en estos momentos de tantos cambios para mí ❤️
Me hiciste llorar, justo en este proceso tan raro. 🥹❤️🩹